EL MURO INVISIBLE – novela en desarrollo

Recién sentado en el avión, Gaspar hace un repaso de lo que fue salir de la zona de partidas a las corridas, buscar la valija, volver a correr hasta el mostrador de Latam, cruzar los dedos con que hubiera un asiento, pagar la fortuna que pagó por un vuelo comprado con minutos de antelación, volver a correr a la misma zona de embarque, rogar que la policía aeroportuaria no le revisara la valija como la otra vez y finalmente llegar a la puerta un par de minutos antes de que cerraran el vuelo.

Solo le faltaría que se le caiga el avión, como dijo Ana… Y si así fuera, con la racha de suerte que tiene, seguro que se salvaría. Va a una isla, con lo cual caería en el agua y tiene chaleco salvavidas. La azafata está enseñando cómo usarlo, pero a él, con el millaje aéreo que tiene acumulado con la empresa, no le hace falta mirarlo: son los amarillos y se inflan tirando del piolín o soplando por el tubo anaranjado si falla el anterior.

Está de buena racha. Una cuestión de energía. Ni bien aterrice, se toma un taxi a São Francisco do Sul y descubre por qué carajo está tan enojado de repente. Quizás fue un torpedo del submarino nazi el que se lo inyectó y piensa desactivarlo muy rápido. Sin fallos.

El celular le vibra. Pelotudo, se olvidó de ponerlo en modo avión y seguro que son los de la empresa queriéndole consultar alguna pavada.

Lo saca del bolsillo y lo apaga. Y, para apagarse un rato, cierra los ojos y trata de dormir.

Un escarabajo se le viene a la cabeza. Brilla, azulado, en la penumbra que lo rodea, aunque no puede distinguir dónde es. Considerando la sucesión de locuras en las que se halla inmerso, tanto las que le suceden como las que hace, cualquier cosa puede ser posible en este viaje. Se entrega a lo que sea que tenga que ocurrir.

En un momento de ensoñación, porque aún no está dormido del todo, se le vuelve a aparecer la muchacha de ojos tristes y su casa con techo de paja.

Jamás en su vida la vio, pero tiene la impresión de que la conoce de algún lado. Y se enoja aún más con ella. Se alcanza a preguntar cómo es que se puede enojar con una desconocida y la penumbra que rodeaba al escarabajo brillante reaparece. No es enojo. Es furia lo que le ha despertado. La penumbra se hace oscuridad. Es salobre. Lo hunde y lo ahoga.

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2 Respuestas

  1. Marcos Saraniti dice:

    Qué bueno leer el principio, Germán!! Está bien que empiece la historia nomás en los primeros párrafos. Te atrapa de entrada. No desentona para nada con el resto que tenía leído. Metele! Cuándo seguimos leyéndola?

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