La vieja chiflada
El ojo furtivo de Ana no podía creer lo que veía: ahí estaba el bebé, en medio de la calle. Pensó que la distancia del barrio con la malsana urbanización le iba a permitir respirar en un ambiente límpido...
El ojo furtivo de Ana no podía creer lo que veía: ahí estaba el bebé, en medio de la calle. Pensó que la distancia del barrio con la malsana urbanización le iba a permitir respirar en un ambiente límpido...
por Valentina Aguilar · Published 29 de septiembre de 2017 · Last modified 28 de septiembre de 2017
Contó hasta tres. Exhaló, bajó el picaporte, que ya estaba sosteniendo, y entró decidida. Prendió las luces y, cuando sus ojos tropezaron con el cuerpo, se quedó helada, con las manos abrazando la mochila con la firmeza de una...
Miró alrededor con el desamparo pintado en su demacrada y joven catadura. No halló la solución en las grietas del pavimento o de las paredes de la esquina, desde luego, sino en el cuerpo sentado de un roñoso vagabundo...
Me abofeteó la pureza farmacéutica de la habitación. Marta Arias no podía ir a ningún lado, así que se encontraba allí, tendida sobre la cama, circundada por una decena de las almohadas más suaves que se pudieran conseguir y...