Un abracadabra

Deseaba inventar un acto de magia, hacer un abracadabra y que aparezca.

La primera noche soñó que él entraba a la casa y se echaba a dormir a su lado. Adela recorría su nariz y las orejas con la punta del dedo, sin tocarlo para que no despierte. «¿Tendrá frío, hambre, miedo? ¿Dónde habrá pasado la tormenta?».

«Es verano y llueve intenso», pensó la segunda noche. Fueron muchas más que dos y no volvió a verlo.

«Alguien bajó de un auto y se lo llevó. Gritaba. Se lo veía asustado», dijo un hombre en la calle. « ¿Será él? ¿Quién se lo llevó? ¿Estará lejos?»: un caudal de incertidumbres en su río de ausencia.

Sonó el timbre. La vecina asegura que lo vio y la acompaña hasta el lugar. En el camino escucha balbucear a la mujer que va a su lado. Tiene el oído nublado como el resto de su cuerpo y le cuesta ver la senda que las lleva hacia el reencuentro.

Es parecido, debe de tener la misma edad, pero unos kilos menos y el pelo más oscuro. No es él.

Es otoño y el viento no se soporta.

A él le gusta mucho el queso crema; a ella, no. El que quedó en la heladera cuajó, huele agrio y tiene un estampado pintado por hongos marrones.

La espera duró un siglo por día.

Muchas personas fueron parte de la búsqueda y aquel día la acompañó Paula. Al llegar a la casa, se despidieron en la vereda. Desintegraban a pisadas las hojas crujientes del suelo y se consolaban en palabras y abrazos cuando al fin sucedió: un grito estruendoso, potente, que nacía desde el lugar más profundo, desde adentro de la casa.

—Nuestro acto de magia ha sucedido—dictaminó Adela. Se miraron incrédulas, maravilladas por la posibilidad.

— ¿Es él o es la Jenny?—preguntó Paula con cautela, soltando en cuotas el impulso de celebración.

—Es él, es Vinilo. La Jenny maúlla despacio, no la escucharíamos desde acá —confirmó Adela. La alegría le aflojó las lágrimas y los dedos y de sus manos cayeron los carteles, la cinta scotch y la tijera.

El gato las miraba desde adentro, a través de la ventana del living. Había vuelto a casa, mientras ellas empapelaban la ciudad con su foto.

7 Respuestas

  1. Isabel Roura dice:

    Muy dulce todo el relato Laura. Me gustó mucho!

  2. Ángela Pelaez dice:

    Buenísimo. Sostiene la magia que promete a través de toda la narración. Felicitaciones.

  3. Karina dice:

    Hermoso cuento. Una sensación terrible del gran amor/dolor que uno siente por sus mascotas. Desespera la pérdida y reconforta el reencuentro.

  4. Ada Salmasi dice:

    Hermoso cuento,atrapa desde el comienzo hasta el final.

  5. Mauricio P dice:

    ¡Muy bueno! ¡Me encantó!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Contenido exclusivo para quienes pertenecen a nuestros talleres.