El ejército perdido (Valerio Massimo Manfredi)

A los libros de Manfredi los miraba de reojo cada vez que iba a la librería. Los títulos me agradaban, el tema y las contratapas también, pero siempre me faltaba uno para el peso: el miedo de aburrirme con un libro que se pareciera más a un manual de historia que a una narración.

…Pero como Dios inventó a las novias para ser sometidas a experimentos literarios, un día le regalé uno y, como quien no quiere la cosa, pasada la semana (eso le toma deglutirlos y por eso se ha ganado la peor de mis envidias) le pregunté qué le había parecido.

Con su visto bueno (porque aparte de ser una depredadora literaria tiene un afinadísimo gusto), decidí ser conducido al 401 a.C., tiempo en que transcurre la novela.

La construcción narrativa de Manfredi es muy prolija, de lenguaje sencillo y con pinceladas poéticas, aunque no las suficientes para pegotear el texto con almíbar. Eso, a mi criterio, es bueno.

“El ejército perdido” narra, en 464 páginas editadas por DeBolsillo, las peripecias de los Diez Mil, el famoso ejército de mercenarios contratado por el príncipe persa Ciro. Marchando desde Grecia, con el supuesto objetivo de darle un revolcón a un par de tribus belicosas, los 13.000 hombres (ésa era la cifra real) llegaron hasta el corazón de la mismísima Babilonia. Allí conocieron la verdadera encomienda: matar a  Artajerjes, emperador y hermano de Ciro.

La gesta, estudiada por Alejandro Magno décadas después, está contada por Abira, una joven enamorada del escritor Jenofonte que deja atrás a su familia y a su tierra para unirse a la expedición en la que él va. Ella narrará la muerte de Ciro en el campo de batalla y la retirada de los Diez Mil al haberse quedado sin su pagador.

El viaje de vuelta estará plagado de enfrentamientos, pérdidas de rumbo y traiciones que describirá desde el punto de vista de un narrador testigo y a través de una visión tan femenina como certera. Sí, es que además de su prosa llana, Manfredi ha sabido empatizar a la perfección con la psicología del sexo opuesto, construyendo una Abira creíble en todo momento, tanto en sus actos como en sus pensamientos y dichos.

Otro fuerte es la capacidad de describir las costumbres de la época y más aún los enfrentamientos, de llenar de sangre las páginas y no atiborrar de coágulos fangosos la lectura.

Ha habido momentos en que la lectura se me tornó algo tediosa, pero siempre llevadera. Me quedé con ganas de más tecnicismos a la hora de describir la formación de las tropas y otros menesteres bélicos, pero reconozco que hubiera espantado a muchos lectores.

A modo de homenaje, compararé el libro con una tapenade de anchoas, aceitunas negras y alcaparras, un plato muy típico de aquellos griegos, espartanos y aledaños que tanto añoraron su mar Mediterráneo a la hora de regresar.

5 Respuestas

  1. Almontblack dice:

    Si lo leo tengo que patear para adelante tus dos novelas!!!
    Me voy a quedar con la pica hasta que las termine. Soy una lectora aplicada y comprometida, aunque muy curiosa!!

  2. Pabela dice:

    Ayer me lo compré y anoche solo me devoré unas cuantas páginas a pesar del sueño que tenía!!. También me pasaba que los miraba de reojo pero como me suelen gustar las  “novelas históricas” y nunca había  leído algo de él, pues ya te contaré cuando lo termine qué tal me pareció.

  3. NO ME GUSTAN LOS RELATOS DE GUERRA..PERO POR TU COMENTARIO DAN GANAS DE LEERLO…ME ME ENCANTO LO DE “DEPREDADORA LITERARIA…PERO CON AFINADISIMO GUSTO”…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Contenido exclusivo para quienes pertenecen a nuestros talleres.