Eclipse

Eclipse

Cayo toca con Mute, pero a veces Ciro reemplaza a Mute y Mute toca saxo. Cuando Mute toca saxo me sidera. Me pongo ebria como si me fumara un caño. No sé si se nota, pero me siento re excitada como si me prendiera fuego. Me paralizo como una gata al acecho de un ratón, y todos pueden creer que es porque estoy atenta a la música, pero no es solamente por la música, sino que es Mute tocando la música del saxo, que no es lo mismo que música de saxo, o Ciro cuando a veces toca el saxo, o Cayo.

Estaba, como siempre, en casa de Cayo cuando ensayaban, con Clodomira y Alicia, tomábamos algo y fumábamos un fasito entre las tres, todo tranqui. Y Alicia trajo esa caja de cartón con los gatitos adentro, tres gatitos hermosos uno gris con blanco y los otros dos negros, que maullaban y maullaban porque llamaban a la madre. La gata había parido y se había ido, decía Alicia. Yo no lo podía creer ¿y el instinto materno? Ya ni los animales son humanos. Clodomira se cantaba de risa. La gata se rajó con un buen chongo y le dejó a Alicia los críos. Alicia es buena madre, pero no es gata. Tiene tres hijos con Mute, y uno en camino. Yo si estuviera con Mute tendría veinte hijos. Me caliento nomás con verlo, con los rulos cayéndole en la cara, siempre se ríe, siempre está pensando en música, música y música. Quiero darle hijos, hijos, hijos, y que él toque el saxo, saxo, saxo…estoy re loca. Por ahora no se fija en mí, pero ya lo voy a cruzar y me lo cepillo ahí nomás.

Mientras pensaba en eso acariciaba a los gatitos que hacían runrun y me mordían suavecito los dedos. Clodomira y Alicia empezaron a secretear como siempre hablando seguro de otros machos, como hacen cuando están sus machos presentes. Para mí que son tortillas las dos, hablan juntas mirándose y casi que se tocan boca a boca. Yo aprovecho para mirar sin reserva a Mute y franelear a los gatitos como si estuviera tocando esos rulos suaves, negros y brillosos. Debe tener todo el cuerpo así, peludo.

De repente Alicia me mira muy seria y me doy cuenta de que casi estoy estrangulando a los mininos, que se retuercen gritando. Le sonrío y aflojo, y me encojo de hombros como si no me importara nada.

Alicia agarra la caja y atrae los gatitos hacia ella y les da un poco de una merluza podrida que trajo. El olor es horrible, pero los gatitos la devoran, despacito, con sus lengüitas ásperas. Es un asco. Me levanto y me voy un rato al baño justo cuando Mute encara un fraseo que se estira como una víbora y parece a punto de eyacular en los agudos. Ciro está al palo con los tambores y Cayo hace lo que puede aporreando el piano. Es un momento culmine, y yo me tengo que ir al baño para no rajarle una puteada a Alicia que me exaspera.

Ahí en el baño me repaso un poco el rímel y me pongo un poco más del labial violeta de Clodomira. Me gusta Clodomira, es tranqui y buena mina. Sé que se quiere cepillar a Cayo pero a mí no me importa porque mi meta es Mute. Yo no sé por qué tanto lío las personas. Si somos tres y tres por qué no puede estar cada uno con el que le cabe y listo. Pero si digo una cosa así Alicia me salta a los ojos.

Saco la pipa y fumo un poco en el baño para bajar un toque. Si sigo así voy a terminar surtiendo a Alicia por cualquier cosa y así no lo voy a ver más a Mute. Es un divino pero es  medio boludo y está detrás de Alicia solamente porque tienen los hijos y porque Alicia le deja tocar cuando quiere. ¡Pero si yo te dejo tocar papito todo lo que quieras! ¡Te doy la leche de mis tetas y me arranco el útero por vos! Ay, estoy re flipada.

Salgo del baño y están con la pizza y las cervezas, en la cocina. Tengo que esconder los ojos porque estoy sacada. Hago como que busco algo en la cartera y me siento al lado de Cayo, que me da un cacho de piza como si fuera su hija. Toma, amor, dice como si me diera un tesoro. Él piensa que es «atento». Dice así, que con la novia hay que ser «atento». No sé cómo está este boludo en el grupo. Debe ser porque es el único que compone y que sabe de música de verdad. Fue a una Academia de chico, la madre lo tenía cagando aceite. A la escuela, a la maestra de piano, a inglés… pobre criatura. Después la Universidad, alta castración. Menos mal que me encontró a mí, sino era candidato a la horca. Me costó un huevo sacárselo a la madre. Y pensar que ahora lo estoy gorreando, gorreando con el pensamiento, pero igual.

De pronto miro debajo de la mesa y veo la caja con los gatitos. Los tres me están mirando. No maúllan, pero estiran la jeta y me muestran los dientes y los ojos les brillan en la oscuridad. Tienen los ojos amarillos con una veta negra en el centro y me miran con odio, como si fueran hijos del diablo. Tengo miedo porque pienso que son gatos asesinos y quieren matarme. Pienso que fumé mucho, que estoy re volada. Me pongo a comer piza y me zampo cuatro porciones al hilo, como si viniera de Biafra. Uhhh dicen los demás, y Mute se ríe de mi cara con tomate. Me da una rabia bárbara y le tiro un cacho de piza a la jeta. Qué te reís salame. Alicia se saca y me empieza a tratar de tarada. Los demás la calman y pelan unos fasos para compartir. La pipa de la paz. Si les digo que tengo una verdadera pipa en la cartera y una bolsa para consumir se van a espantar. No quieren drogas duras, dicen. Qué saben estos giles. Les sigo la corriente pero pienso que mientras los gatitos están comiéndome las piernas con sus mordisquitos de mierda. Me comen de a poco las piernas y estoy sangrando, sangrando abajo mientras todos hablan y se ríen de esas boludeces de que se ríen los faseros, están todos limados.

Me miro las piernas chorreando sangre y los gatos saltando con las caras manchadas y pego un alarido que los deja tiesos a todos en la mesa. Qué pasa amor, dice Cayo que no se anima a tocarme con la punta de los dedos. Entonces miro y los gatitos están en la caja todos apelotonados dormidos y mis piernas están bien, están como siempre. Pienso que es el puto crack otra vez pero no sé qué decir y me largo una carcajada de loca como si me estuviera burlando de todos. Alicia me mira seria y le dice a Cayo «atendela» mientras los demás hacen muecas. Cayo entonces empieza con su discurso sobre el amor grupal, la buena onda y todo eso de Thomas Merton y de Allen Ginsberg que me pudre, me pudre. Más cuando la otra, Alicia, le contesta con su historia del sujeto que aprendió en la Facu de Psico donde estudió nada más que un año para aprenderse esa historia del sujeto y qué se yo que siempre saca a relucir no importa de lo que se esté hablando. Y ya están discutiendo los dos, Alicia en ese tono pedante de cura de iglesia cuando sale Ciro y dice Uy, esta noche hay eclipse de luna, y todos se enganchan ahí y dicen qué copado, es Júpiter que proyecta su sombra sobre la luna, no, dice Alicia, es Mercurio lo leí en el diario luna qué copado dicen todos copados, vayamos a verlo a la terraza.

Ciro siempre tira esas cosas, me encanta porque siempre está en silencio observando a todos como si no estuviera o estuviera en otra dimensión. Leyó a Nietzsche enterito y dice que Cayo y Alicia son lo mismo, que quieren cambiar al hombre y no se dan cuenta de que dios está muerto y de que ahora todo se está disolviendo, el mundo y nuestra mente, todo, y no hay forma de que pueda pasar otra, todos nos estamos volviendo locos y estúpidos y no hay otra.

Cayo me toca el hombro y dice ¿vamos amor?, y yo le digo que me quiero quedar un rato acá, que después voy. Así que escucho que suben la escalera del patio y me quedo en la mesa viendo la caja con los gatitos que se hacen los dormidos pero sé que están esperando para asesinarme. Me da risa que quieran matarme, gatitos de mierda. Me levanto y voy al baño y otra vez saco la pipa y me doy un saque más con el crack, y después tiro una, dos, tres veces la cadena. La descarga hace una turbulencia en el caño parecida a un saxo tenor, como el de Mute.

Salgo y veo los instrumentos, descansando en el patio donde ensayan. El saxo de Mute está puesto sobre una silla y me acerco y empiezo a soplar, no sé tocar así que solamente soplo la caña y pienso que hace un rato ahí estaba la boca de Mute, la lengua de Mute chupando y soplando con energía. De pronto me doy vuelta y descubro que Mute está ahí, al pie de la escalera, con las manos en los bolsillos, y me mira serio, fijamente. Entonces empiezo a chupar la boquilla y me pongo la culata entre las piernas y empiezo a frotarme con ella y a perrear cada vez más excitada. Mute no se mueve y me mira con esos ojos negros rodeados de esos bucles negros que parecen racimos de uvas negras y yo me voy excitando cada vez más y estoy a punto de acabar cuando sale Ciro del baño dando un grito de asco y empieza a tener arcadas sobre una maceta que hay junto a la puerta y le dice a Mute que hay una cabeza de gato en el agujero del inodoro, que al tirar la cadena asomó la cabeza del gato muerto en el inodoro, que alguien ahogó los gatos en el inodoro. Mute me mira sin expresión en la cara y entonces salgo de ahí tirando el saxo sobre la silla, agarro el bolso y me piro de ahí, por la puerta de entrada que da a la calle que baja al puerto, voy por la calle de adoquines mojados sin pensar nada, nada más que en el sonido de mis tacones por la calle de adoquines negros. Escucho pasos a mi espalda y giro y veo a Mute que viene con el saxo colgando del cuello, como cuando está tocando y se toma un respiro o se fuma un caño mientras Cayo frasea en el piano o Ciro le da a los palos en la batería. Viene con las manos en los bolsillos y el saxo que le cuelga como un sexo flácido pero no, no es Mute, es solamente una sombra, o es la sombra de Júpiter o Mercurio cubriendo amorosamente a la luna, ay Mute amor mío, Mute mi eclipse final.

1 respuesta

  1. Qué locura hermosa!
    y que derrape final! Tremendo!

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