Stephen Dixon – ESPOSA EN REVERSA

Stephen Dixon

Su esposa muere, los labios ligeramente separados, un ojo abierto. Él golpea la puerta del dormitorio de su hija menor y le dice: «Sería mejor que vinieras. Parece que mamá está por fallecer». Su esposa entra en coma tres días después de haber vuelto a casa y sigue así durante once días. Hacen una pequeña fiesta al segundo día de su regreso: salmón de Nueva Escocia, chocolates, un risotto que prepara él, queso brie, frutillas, champagne. Un vehículo de traslado médico trae a su esposa a casa. Ella dice: «Ya no quiero más asistencia vital, ni remedios, ni suero, ni comida». Él llama al 911 por cuarta vez en dos años, le dice al operador: «Mi esposa; estoy seguro de que es otra vez neumonía». A su esposa le colocan un tubo traqueal. «¿Cuándo me lo sacarán?», dice ella, y el doctor responde: «¿Para ser honesto? Nunca». «Su esposa tiene un caso muy grave de neumonía», les dice a él y a sus hijas, la primera vez, el médico de cuidados intensivos, «y entre uno y dos por ciento de probabilidades de sobrevivir». Ahora su esposa usa una silla de ruedas. Ahora su esposa usa un carrito a motor. Ahora su esposa usa un andador con rueditas. Ahora su esposa usa un andador. Su esposa tiene que usar bastón. A su esposa le diagnostican esclerosis múltiple. Su esposa tiene problemas para caminar. Su esposa da a luz a su segunda hija. «Esta vez no lloraste», le dice, y él contesta: «Estoy igual de feliz». Su esposa le dice: «Me parece que algo no anda bien con mis ojos». Su esposa da a luz a su hija. El obstetra dice: «Nunca vi a un padre llorar en la sala de partos». El rabino los declara marido y mujer, y justo antes de besarla, él se pone a llorar. «Casémonos», le dice, y ella dice: «Por mí está bien», y él dice: «¿De veras?», y se pone a llorar. «Qué reacción», dice ella, y él: «Estoy tan feliz, tan feliz», y ella lo abraza y le dice: «Yo también». Ella lo llama: «¿Cómo estás? ¿Quieres que nos encontremos y hablemos un poco?». Lo alcanza hasta la entrada de su edificio y le dice: «Esto sencillamente no está funcionando». En su primera cita verdadera van a un restaurante y él le dice: «Si me pongo tan quisquilloso sobre qué comer es porque soy vegetariano, cosa que estaba un poco reacio a decirte, tan pronto», y ella dice: «¿Por qué? No es nada tan peculiar. Solo significa que no vamos a compartir la entrada, excepto las verduras». En una fiesta, conoce a una mujer. Conversan durante largo rato. Ella tiene que dejar la fiesta para asistir a un concierto. Él le pide su número de teléfono. Le dice: «Te llamaré», y ella: «Eso me agradaría». Se despiden en la puerta y él le estrecha la mano. Después de que ella se ha ido, piensa: «Esa mujer va a ser mi esposa».

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3 Respuestas

  1. Carmen dice:

    Maravilloso, que valor le dan las palabras a la vida (a veces tan bien desvalorada o sólo quejándonos de trivialidades).

  2. Beatriz dice:

    Admiro la originalidad al escribir,algo que no conozco, seguramente no loharía ni en cien años. Leerlo en reversa permite valorar el trabajo del autor. Me encantó.

  3. Graciela Elso dice:

    Me gusto mucho. Cortó y concreto relato de una vida compartida en el matrimonio. Interesante gancho de la muerte al inicio

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