Lágrimas
El leñador levanta su arma y la descarga sobre el árbol añoso. Después de unos cuantos golpes nota las lágrimas que corren por sus ramas. Se detiene, descubre entonces que las heridas se abren y de ellas brota un gemido ronco. El roble grita su dolor.
-¿Qué he hecho?- aúlla en la espesura. Avergonzado tira el hacha. Con su chaqueta cubre las llagas sangrantes. Se levanta y huye.
En la primavera unos brotes anuncian que el árbol no está muerto. Las hojitas verdes y frescas dan un nuevo vigor al lugar. Los pájaros se posan en sus ramas y hacen sus nidos en los huecos.
El bosque recobra sus colores y sonidos en la infinitud de la eternidad.
Conmovedor, realmente. Amé la imagen del árbol que expresa su dolor y la del leñador que lo siente.
Gracias Melisa, me gusta, ya lo dije, este intercambio entre tertuliantes porque nos enriquecen. Creo sinceramente que tantos las plantas como los animales, sienten lo que les hacemos, bueno o malo. Una vecina tenía un jazmín que no prosperaba hasta que le comenzó a hablar. Se puso hermoso. Cariños