Huracán
―Bienvenido doctor, acompáñeme―, fueron las primeras palabras que Lorenzo escuchó apenas bajó del avión en Puerto Príncipe, en plena emergencia tras el paso del huracán.
Viajaba dispuesto a cambiar el mundo, al menos durante los seis meses de duración del voluntariado. Lo guiaban la valentía propia de la juventud y la adrenalina de todo egresado reciente. Había elegido ese destino con el objetivo de capacitarse en emergencias sanitarias.
Al llegar, la realidad lo golpeó con inclemencia. La vista aérea no había sido suficiente para dimensionar la magnitud de la catástrofe. Lo trasladaron de inmediato al área del desastre para comenzar su capacitación en Triage(1) empírica y en tiempo real. Luego del trabajo de los rescatistas, comenzaba el suyo. Las víctimas que podían movilizarse por sí mismas se dirigían al área verde, y quienes no podían, atravesaban un proceso de clasificación en tres áreas: amarilla, roja y negra, según la prioridad de atención.
―Dispone de 60 segundos por cada víctima para evaluar la prioridad de atención. A los pacientes que presentan una escasa expectativa de sobrevida se les asigna la prioridad más baja― le indicó su supervisor.
El miedo se apoderó de Lorenzo: se le aflojaron las rodillas, le temblaban las manos, le sudaba la frente. El escenario era desolador, imperaba la desorganización, y él solo quería salvar vidas, la mayor cantidad posible. Pero, en cambio, debía decidir quién sería atendido primero, quién después y quién nunca.
Ese primer día, la isla lo trató con rigor. Cuando al fin cayó la noche, lo trasladaron al albergue para que pudiera descansar. No había comido nada desde la mañana, al bajar del avión. Comió un poco de arroz, que le costaba digerir, y pidió un teléfono para poder comunicarse con su familia.
―¡Hola, hijo! Estaba muy preocupada, no sabía si habías llegado.
―Intenté muchas veces contactarte, mamá. Todo en este lugar es complicado― musitó con dificultad.
De a poco comenzó a ponerle palabras a lo que estaba sintiendo. Le fue contando detalles de la experiencia desgarradora a la que se enfrentaba: la oscuridad aterradora de la noche; la escasez de agua potable y el olor a muerte flotando en el aire; la basura por todos lados y las ratas; los heridos y la falta de recursos para atenderlos; los gritos, los llantos y las sirenas; la desesperación de los sobrevivientes y la incompetencia de los gobernantes. Su voz se quebraba con cada palabra que expresaba.
―Este fue el día más intenso de toda mi vida. Jamás me había sentido tan conectado con el universo y, al mismo tiempo, un ser tan frágil y efímero― dijo al teléfono pero, a esas alturas, solo estaba hablando para sí mismo.
―¡Qué triste todo lo que estás contando! Me da miedo saber que estás ahí, solo.¿Y si buscamos la forma de anticipar el regreso?― respondió ella, sin un atisbo de comprensión.
El hijo sintió pena por su madre: había desnudado sin reservas la pobreza que albergaba en su corazón. En ese momento vislumbró que el terror, la muerte y el desamparo se habían instalado en él para siempre.
«Ya no soy el mismo que se fue de ahí, no existe un lugar al que pueda volver», pensó.
(1) Triage es un método de selección y clasificación de pacientes, empleado en la medicina de emergencias y desastres.
que sensibilidad maravillosa! un placer leer lo que escribís.
Gracias, gracias, gracias. Qué hermoso comentario!
Muy bueno Isabel. lo disfrute aun más que la primera vez que lo lei. Saludos
Gracias Tulio, me alegra mucho saber que has disfrutado el texto luego de una segunda lectura.
Emocionante. Qué pocos minutos bastan para quedarse meditando largo tiempo, y cambiar nosotros también la forma de ver las cosas. Gracias por este texto tan aleccionador.
Me emociona a mí tu mirada lectora Miguel. Gracias.
Me gustó mucho. Un final brillante y lógico, ¿quién puede ser el mismo después de semejante experiencia? Y claro que no puede volver al que fue su hogar antes del viaje, aquel era la campana de vidrio, éste la vida y la muerte. Felicitaciones.
¡Qué lindo Zulma! Gracias por tu devolución.
¡Muy bueno! Expresás con capacidad de síntesis el cambio interior del protagonista enfrentado a una situación límite. Felicitaciones.
¡Gracias Angie! Objetivo cumplido, entonces.
En el final del cuento expresas con precisión el título que elegiste para tu texto.Felicitaciones, gracias por publicarlo!
Muchas gracias a vos, Viviana, por esta devolución.
¿Qué tan difícil puede ser juntar a 100 escritores noveles con ganas de salir adelante? https://www.facebook.com/SerAutor/
Impresionante Isa, me dejaste sin palabras. Gracias x compartirlo. Felicitaciones!
Querida Rosana, me alegra mucho seguir compartiendo nuestras búsquedas a través de los años. Besos.
Excelente Isa, muy intenso y muy crudo
Gracias, amigo querido.
Muy bien logrado el ambiente de pánico,excelente
Muchas gracias, tocaya.