DEJAR EL NIDO

            El mensaje de Carmen en el contestador me cayó como una de esas comidas que me cuesta digerir. Estoy seguro de que no es verdad, o que es una verdad a medias, una verdad exagerada. Más que una verdad, parece una trampa. Pero usar la salud de mamá… me parece que rebasó los límites.

            Intenté hablar por teléfono, pero no me contestó nadie. Imaginarme que estarían en el sanatorio hubiera sido entrar en el juego. Se esconden, esperan que el asunto me vaya corroyendo el cerebro. Ya tendrán tiempo de inventar algo: que no había señal, que no andaba el celular o la batería no sé qué. Llamé a Aerolíneas y no había pasajes. Claro, con solo dos vuelos por semana están siempre repletos. Es preferible esperar tres días más e ir en avión, que pasarme veinte mil horas en el micro. Debí de imaginarme que me iban a cagar por ese lado. ¡Cómo pude ser tan ingenuo! ¿Por qué creí que al final me dejarían en libertad?, ¿que no inventarían alguna forma de hacerme volver?

            Cuando uno tiene veinte años y se va de la casa, los padres sienten la pérdida, pero es natural. Como que se haya muerto la abuela o el perro, son cosas de la vida. Los hijos deben irse y hacer su propio nido. Pero si eso no ocurre, si uno se queda y pasan los años, crecen las amarras. Toda una telaraña de relaciones pequeñas, intangibles, se va tejiendo alrededor, hasta que uno ya no puede escapar. El que formó familia propia, se salvó de cuidar a la vieja, y el que no… ¡Qué mal me pone decirlo así! Es como si no la quisiera, como si no me importara, pero yo sé que no es eso. Amo a mi madre igual o más que ellos, solo que un día pensé en mí. Un día, cuando ya era tarde. ¿A quién se le ocurre pensar en sí mismo cuando ha sido, tácitamente, delegado para renunciar a tener una vida independiente?

            Podría haber insistido con el teléfono, pero no volví a llamar. No quiero hablar con nadie. Me siento desilusionado. ¿Cómo pueden ser capaces de hacerme una cosa así? ¿Acaso no me hice cargo de ella durante tantos años? Nunca les reclamé nada. Solo pedí que la cuidaran cuando hice un par de viajes de no más de quince días. Y, al regresar, me esperaban con un «¡—Ah! Menos mal que volviste».

            Tal vez, si les hubiese anunciado que iba a casarme se hubiesen mordido los labios, pero no les quedaba más remedio que aceptarlo. Simplemente irme para hacer mi vida con libertad fue inadmisible para todos. Mamá fue la única que no opuso resistencia. Se quedó tranquila y apagada, con una especie de resignación al abandono. Porque la actitud de toda la familia fue de hacerle notar a ella, que la estaba abandonado. Nunca de frente. Me repudiaban en cada mirada, en cada actitud, en cada suspiro. Parecía que fuera uno de esos esquimales que dejan a los ancianos en el hielo, a merced de los osos polares, porque ya no pueden acarrear con ellos. Habrán pensado que era tan insensible y egoísta que no me daba cuenta de nada. Y sí, me propuse ser duro y buscar mi propio camino. ¿Por qué debería conformarme con el destino que ellos habían elegido para mí?

            Si voy, si viajo, seguro que deberé renunciar a todo lo que he logrado y quedarme hasta el final. ¿Y si no voy y la alarma es verdadera? Deberé enfrentar el reproche de la familia y, peor aún, el mío propio, por el resto de mi vida. Después de todo, no he hecho grandes cosas en este corto lapso de soledad: un poco de vida social, algunos intentos frustrados de formar pareja, juntar unos ahorros para viajar y… lo más importante, lo que más disfruté y lo que más me duele, es no haber tenido a nadie a cargo. No haber tenido que pensar en sus medicinas, en sus exigencias, en sus horarios.   

            El teléfono suena.

            —Hola.

            —Hola. Soy Carmen.

            —Sí, te reconocí la voz.

            —Quería saber si vas a venir mañana.

            —No conseguí pasajes para mañana. Viajo el viernes. ¿Cómo está mamá?

            —Un poco mejor. Hoy la llevamos a su casa. Tiene una enfermera que se queda con ella de noche.

            —¡Ah! No era tan grave entonces, como me dejaste dicho.

            —Depende de cómo se mire. Mamá tiene ochenta y un años, y todos los días dice que se va a morir sin poder despedirse de vos.

            —Pero yo la llamo por teléfono y me dice que está bien, que solo tiene los dolores y problemitas de la edad. No se queja ni me pide que vaya.

            —¿Cómo podés pensar que te lo va a pedir? Además, llamás una vez cada quince días, y eso no alcanza para nada. Ella quiere verte, tocarte, darte un beso… Yo tengo un hijo de veinte años, que por más que me diga por teléfono que está bien, no me conformo, quiero verlo. Una madre necesita tocar a su hijo, besarlo, mirarlo a los ojos. Hace más de cuatro años que te fuiste y no volviste ni una sola vez. A nadie le gustó que te fueras, pero no podés decirnos que te reprochamos nada. Aceptamos que tenías derecho y tratamos de que mamá lo entendiera. Pero suponíamos que al menos, una o dos veces al año, te darías una vuelta por acá. Venir para su cumpleaños… para Navidad… no sé, cuando pudieses. Sos el único hijo varón. Eso tiene una significación especial para ella. ¿Cómo te crees que me siento cada vez que me dice que se va a morir sin poder despedirse de vos?

            —Hace veinte años que dice que se va a morir.

            —Sí, pero cada año está más cerca, cada vez más débil, y creo que va a ser cierto en cualquier momento. No pretendo que te quedes. Nadie te lo va a pedir, pero al menos vení, abrazala, permitile que te acaricie. Demostrale que la querés.

            —Está bien. El viernes a las dos de la tarde estoy ahí. Anticipáselo, así se pone contenta.

            —Lo decís como si vinieras a hacer un trámite. Bueno, te esperamos. Te vamos a ir a buscar al aeropuerto. Chau, un beso

            —Chau. Besos a todos

            Al final era como yo dije, un ardid de mi hermana. A Carmen siempre le gustó manipular a toda la familia. Voy a ir, pero voy a dejar bien en claro que yo no soy el malo de la película.

14 Respuestas

  1. Hola Miguel, muy buen relato. Generalmente se lee “dejar el nido” desde el lugar de los padres. Éste cuento es desde el lugar del hijo, y como madre entendí a ese muchacho que durante demasiado tiempo se había hecho cargo de su mamá y si esa situación se hace pesada para una hija, más para el varón. Se liberó, pero le costó mucho. Por eso no la visitó en cuatro años y ahora siente, que con la escusa de su salud, lo quieren aprisionar nuevamente. ¿Logrará cortar amarras? Porque la pelea es entre su conciencia y su libertad. Felicitaciones.

  2. Vicente Padilla dice:

    Puede que amerite una segunda parte, aunque creo que es irrelevante. Ya está todo dicho, cómo sigue es un abanico de posibilidades en las que cada lector usará la imaginación.

  3. Vicente Padilla dice:

    Excelente pintura de una realidad que nos toca de cerca a todos los que “Dejamos el nido” Es un cuento “De manual” Me encantó Miguel, y no sabés cuán acertado es tu relato y como se toca con la realidad.

  4. Pepu dice:

    Me gustó y creo que describe con claridad los sentimientos y lazos familiares.

  5. Zippo dice:

    Tema complicado el de los vínculos familiares. Los silencios, los mandatos, las culpas. Suerte el que logra salir ileso de la “sagrada” familia.

  6. Gustavo Silva dice:

    Muy bueno el cuento , como siempre sos un genio para escribir , te haces entender . Tiene un final abierto , significa seguir . FELICITACIONES !!!!!

  7. Ernesto Aloy dice:

    Me gustó mucho pero falta la segunda parte de la historia

    • Miguel Cabanne dice:

      Para Damián, Ma. Teresa y Ernesto: Gracias por sus comentarios. No les prometo nada con respecto a la segunda parte, pero lo tengo en cuenta.

  8. María Teresa del Viso dice:

    Muy bueno,Miguel!…y opino como Damián,el relato invita a una segunda parte.¿Cómo le habrá ido al personaje?…

  9. Damian dice:

    Me gusta porque se lee facil 🙂 y me gustaria la 2da parte!

  10. Andrea dice:

    Me gustó, muy bien desarrollado el relato

  11. Guillermo Inchauspe dice:

    Me gusto la ambientación del personaje, y la manera en que se relaciona. Felicitaciones.

  12. mariela dice:

    Me encanto, muy fluido y atrapante ! Felicitaciones

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