Eclosionamos en 2021… y con el mejor libro

A días de terminar el año, podemos decir que este 2021 ha sido el de la eclosión del taller, con una antología de narrativa como cierre. Al final del artículo está el prólogo que explica el porqué de esta eclosión que, a la vez, da título a nuestro libro de más de 300 páginas.

En cuanto a la edición, además de la inmensa satisfacción luego de un arduo proceso de selección y corrección de los cuentos, podemos decir que es la mejor en cuanto a diseño, con un acercamiento a lo que podría denominarse «libro objeto».

El evento de presentación, con una gran convocatoria de público y de autores en sus páginas, algunos venidos desde otras provincias, no se quedó a la zaga.

A fines de prevenir los contagios de covid, la presentación fue organizada en patio del Museo Marqués de Sobre Monte y, además, transmitida por streaming para que muchos autores de otras provincias, así como alumnos y público en general pudieran ser parte.

A continuación, el prólogo de la antología, que da cuenta de por qué eclosionamos en 2021:

«Donde muchos veían la explosión, nosotros sentimos la eclosión». Así podría comenzar un relato con la manifiesta intención de atrapar al ojo lector.

Pero por ahora debo dejarlo pendiente y decir que cuatro años han pasado desde la última antología porque, en esos cuatro años, «pasaron cosas», expresión que se ha popularizado en Argentina para explicar las causas de una crisis que, puesta en perspectiva, excede cualquier bandera partidaria.

Pero aquí no se trata de política ni de economía, sino de dar cuenta sobre lo sucedido en estos años que debieron irse sin nuestras acostumbradas compilaciones de cuentos nacidos en nuestras tertulias.

Las antologías 2018 y 2019 se vieron frustradas por las debacles económicas acaecidas durante esos años, con devaluaciones bruscas justo en el momento en que nos disponíamos a presupuestar y encarar su publicación. Así de fácil para explicar, así de triste a la vez.

En cuanto a la que se hubiera editado en el 2020… ¿hay algo que no se haya dicho respecto de ese año?

En un intento, creo que puedo aportar un «¡GRACIAS!» con mayúsculas, signos de exclamación y comillas. Uno al que apuesto que los integrantes del taller se sumarán.

Siguiendo con el relato en una incómoda primera persona —porque considero que es la que más expondrá el corazón—, diré que enero y febrero de ese año me encontraban atravesando un momento personal complicado y en marzo, cuando el mundo entero dispuso cuarentena, estado de alarma, lockdown o como se llamara el tener que encerrarnos en nuestros hogares hasta vaya a saber cuándo, sentí que estaba ante la explosión del mundo.

Al final de este libro, dejo un cuento que intenta reflejar ese acabose. No ahorra oscuridad, como el mundo tampoco lo hizo con nosotros, y, en una necesaria aclaración, no está ni cerca de ser autobiográfico porque de inmediato pensé que esa «explosión» era, en realidad, una gran oportunidad para quienes escribimos. ¿Nos quejábamos de no tener tiempo? Sin reuniones familiares, asados con amigos y horas de traslado al trabajo, lo tendríamos de sobra. Solo era cuestión de encontrar la manera de aprender a conjurar el encierro sentándonos a escribir y, en mi caso de coordinador, la tarea adicional de encontrar la manera de que el taller siguiera funcionando.

Fueron tiempos donde tuvimos que sostenernos entre todos ante el no saber cuándo volveríamos a encontrarnos alrededor de nuestra mesa del taller, compartiendo nuestros cuentos.

Días y noches pasé buscando información, probando dispositivos, aplicaciones, programas y metodologías. Los primeros ensayos fueron un tanto arduos —y gustoso pediría una canonización para quienes los padecieron—, pero finalmente lo logramos, porque, sin la ayuda de todos quienes persistieron e hicieron sus aportes, este taller hubiera quedado hibernando en esa mesa abandonada hasta que todo «mejore». Y me permito poner ese término entre comillas para relativizarlo, porque una mejoría basada en que se termine la cuarentena para que quienes vivimos en Córdoba podamos volver al taller sería minúscula ante lo que ya hemos conseguido: nuestra eclosión.

Porque, mientras muchos vieron ese 2020 y este 2021 como los años del encierro, o, volviendo al párrafo inicial, los de la explosión, nosotros los recordaremos como los de la eclosión. Para muchos, las paredes fueron cárcel; para nosotros, el cobijo necesario para que nuestras Tertulias para escribir pudieran germinar, echar raíces y concluir su eclosión en esta antología de cuentos que hoy florece.

Sepan ustedes, lectores, que este libro —ahora de ustedes— es producto de la persistencia y la creatividad de veinticinco contertulios que, en la mayoría de los casos, también hoy eclosionan como autores publicados por la editorial de un taller que sigue en Córdoba, sí, pero de una manera que roza lo simbólico, porque, gracias a la magia de los bits y los bytes, ha sumado palabras, acentos e historias de otras provincias, de otros países y, ¿por qué no decirlo?, abraza al mundo —y a ustedes— en el deseo de escribir y contar sus historias.

2 Respuestas

  1. Silvina dice:

    Gracias Germán y a tu rinconcito llamado Tertulias para Escribir que le permite florecer a todas esas cabecitas enamoradas de las palabras.
    Este 2021 ha sido de gran cosecha para vos, tu libro y esta Antología, totalmente merecida.
    Brindo por este presente y porque el próximo año sigamos vivos y abrazados a la esperanza de poder encontrarnos nuevamente en las tertulias.
    Un beso grande para todos los tertulianos.

  2. Raúl Osvaldo Atkinson Molinuevo dice:

    Gracias Germán! También para vos, un excelente Nuevo año. Eso sí… mi intención es seguir escribiendo mis propios días en esta desafiante vida, que nos acerca y aleja del Sol, de estos y aquellos. Abrazo!

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