La traición de Bourne (Eric Van Lustbader)

La traición de BourneAl agente Bourne lo conocí por allá por el 2002. Él estaba al otro lado de la pantalla y, en esa época, mi único esparcimiento era ir al cine, porque era barato, porque su aire acondicionado me rescataba del febrero que convertía mi departamento en un horno de cocción lenta y sudorosa y porque me hacía olvidar de la espantosa crisis económica que Argentina y mis bolsillos atravesaban. En esa época buscaba olvidar y la figura de un agente super secreto, super entrenado y con la cabeza super limada me impactaron del primer momento (supongo que porque quería parecérmele). El tipo se agarraba a los tiros, a las trompadas, a los palazos o a los objeto-que-encuentro-por-el-camino-y-me-sirve-para-reventarte-como-un-sapo-azos sin tener claro si su eventual rival, reducido a un bollo de materia orgánica, había sido bueno o malo, aliado o enemigo, porque, por fuera de unos flashbacks, ni siquiera tenía muy claro para quien trabajaba (y no me puedo resistir a la idea de haber sido como él para derribar aquel helicóptero blanco despegando de la Casa Rosada con un tirabumbulas… y los que hicieron que eso ocurriera con un par de tomas de judo). En otras palabras, don Bourne es lo que en la jerga del más avanzado psicoanálisis se denomina un “peligrosísimo loco de mierda”… pero sanito, sólo que de esto último te das cuenta un poco antes del The end.

Pero volvamos al libro, que me alegró encontrarlo puesto que no tenía novedades del amnésico agente desde hacía unos años. Cuando lo encontré dudé un poco, lo confieso. Es que ahora no estaba escrito por su creador, el estadounidense Robert Ludlum (1927-2001) si no por su compatriota, Eric Van Lustbader (1946), quien ha seguido la saga con la autorización de la viuda (de Ludlum, por supuesto. Si no, escribir ésto sería un caos). En “La traición de Bourne” (Umbriel, 2011), estamos ante una historia de agencias de seguridad estadounidenses, léase CIA y NSA, contra un grupo de terroristas musulmanes (en este caso el autor le crea otro nombre para evitar decir Al-Qaeda).

A través de sus 571 páginas, de frases breves y sencillas, Lustbader nos irá conduciendo por una trama que comienza con el secuestro en Etiopía de un director de la CIA y una amenaza nuclear capaz de borrar del mapa a Washington, con la Casa Blanca y todo.

El antagonista principal de Bourne, considerado por muchos el James Bond de este siglo, será Fadi, un árabe muy inteligente quien, ayudado por su hermano, buscará vengarse de Bourne por haber arruinado a su familia. Pero el agente, además, deberá vérselas con otros enemigos, muchos dentro de la misma CIA y otros, los más implacables, dentro de su cabeza: los recuerdos distorsionados que no puede ensamblar.

En mi opinión, la historia es algo trillada pero tiene muy buen ritmo. Rara vez decae y algunos giros están muy bien pensados. Un libro para entretenerse y conocer aunque, por ahí, el autor se propase con la información técnica de ciertas armas que no me parece relevante.

Comparándola con una comida, diría que La traición de Bourne es un hot dog bien preparado, con muchos aderezos y acompañado de una buena cerveza rubia.

Acerca de Germán Maretto
Creo en lo que creo

2 Respuestas

  1. ¡Muchas gracias, Graciela! 

  2. Anónimo dice:

    muy buenoooooooooooooo!!!!!   bárbaro!!!, no es mi libro prefrido pero gracias a ti  aprendo algo  , siiiiiiiiiiiii aprendo que a mi el hot-dog no me atrae  y tampoco la cerveza rubia   JA JA JA    FELICITACIONES!!!!!  muy bueno tu texto  asi vale tener un “Profe”
     carinios   GRA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

WordPress › Error

Ha habido un error crítico en esta web.

Aprende más sobre el diagnóstico de WordPress.